martes, 27 de noviembre de 2012
Revolución social
La Revolución Social
Hablar de revolución es hablar de cambio drástico a todos los niveles, políticos o culturales. Pero la Revolución Social es una y muy concreta.
El fin de toda lucha revolucionaria ha de ser la consecución de un mundo nuevo, formado por sociedades libres e iguales entre sí; igualmente formadas por personas libres e iguales entre sí, con relaciones fraternales entre todas ellas, dado que no exista explotación y todos tengan cubiertas sus necesidades, gracias a la organización de los medios de producción en manos de los trabajadores en beneficio del pueblo y no de los propietarios. Toda revolución necesita una insurrección, un estallido revolucionario que haga tambalear los cimientos del sistema opresor a destruir. Pero, más importante que la derrota de las fuerzas represivas, es controlar y organizar los medios de producción y todos los establecimientos de interés para la población, asegurando el abastecimiento, la atención a los necesitados, el transporte de mercancías y el intercambio de las mismas entre federaciones de productores y consumidores unidos libremente y en interés común.
Para cambiar el sistema capitalista, después de destruirlo, de la explotación del hombre por el hombre, el pueblo debe estar preparado para, sobre sus ruinas, crear una nueva organización social basada en la solidaridad, el apoyo mutuo, la libertad de todos y para todos, y que sea capaz de unir al pueblo por el beneficio de todos.
Todo esto conlleva un trabajo grandísimo de instrucción, de organización, de difusión, de resistencia al sistema y a sus imposiciones y de la utilización de un método que nos llevará a conseguir nuestras aspiraciones.
De todas estas condiciones han carecido los pueblos que hicieron la revolución en otras épocas y si las tuvieron no fue en el grado necesario.
El estallido revolucionario, primer paso para la revolución social, se ha dado como una respuesta a la situación de miseria y opresión que soportaban los pueblos para destruir el sistema que así les mantenía, pero sin la estructura suficiente para cambiarlo por una organización social más justa e igualitaria para todos.
Desde la Revolución francesa hasta la Revolución rusa, el empuje revolucionario del pueblo fue aprovechado por vanguardias o partidos políticos llamados revolucionarios que después de conquistar el poder lo utilizaron en su propio beneficio y contra cualquier tipo de disidencia, generalmente aprovechando las fuerzas represivas del anterior sistema, ya sea el ejército o la policía.
Todas las revoluciones, aun las que más carácter social tenían en su esencia, quedaron en simples revoluciones políticas donde se cambiaron unos gobernantes por otros sin que se produjeran los cambios tan ansiados por el pueblo revolucionario. El pueblo estaba preparado para morir por la libertad pero no para cambiar la organización social por falta de la preparación necesaria para ello.
Este ha sido el denominador común de todos los pueblos revolucionarios y por lo que el sueño de la Revolución Social no se ha realizado.
Un ejemplo muy claro es la Revolución rusa, donde se daban todas las condiciones para que se produjera un estallido revolucionario con la clara intención de destruir el sistema imperante pero muy mal preparado para culminar el proceso. La mayoría del pueblo, muy pobre y analfabeto, no tenía la capacidad necesaria para organizar una sociedad revolucionaria sin mandatarios y basada en la libre federación de productores y consumidores. La conquista del Estado o la destrucción del mismo era el dilema entre los revolucionarios y por el que el pueblo debía tomar partido. Pero la difusión de las ideas era difícil y no llegaba a todo el pueblo, además, en muchas ocasiones había aspectos coincidentes en la propaganda bolchevique y anarquista (también en la de otros partidos de izquierda).
Los bolcheviques querían conquistar el poder, y para conseguirlo se infiltraron en el ejército con la intención de dominarlo y utilizarlo para imponer su revolución a todo el pueblo y contra otras formas de entender y organizar la revolución. Las purgas empezaron pronto y la revolución quedó en una dictadura ejercida por un partido único llamada dictadura del proletariado. Todos los intentos de llevar a cabo experiencias revolucionarias fuera del control del partido fueron sofocadas por el Ejercito Rojo utilizado contra el pueblo revolucionario. Los bolcheviques no concebían la revolución social y el pueblo no estuvo preparado para llevarla a cabo.
La experiencia obtenida de la Revolución rusa es muy importante y debe tenerse en cuenta para ocasiones futuras. La relación entre los medios y los fines es fundamental, no podemos llegar a una organización social basada en la libertad apoyándonos en fuerzas represivas e imponiendo un pensamiento único. La Revolución Social es cosa de todo el pueblo y no de un poder y se hará o no desde el pueblo.
La organización se hace fundamental, de otra manera cualquier intento revolucionario con la intención de cambiar el sistema social será infructuoso. Es más, será contraproducente para las fuerzas revolucionarias que podrían peder toda la fuerza adquirida hasta el momento. La actividad organizadora ha de empezar ya y debe estar presente en todos los ámbitos de la sociedad. Cuanto mayor sea nuestra organización y mayor el número de convencidos más fácil será el triunfo y el advenimiento de la Revolución Social.
El ámbito laboral es de la mayor importancia dado que son los propios trabajadores los que mueven el engranaje productivo capitalista, día a día desde su puesto de trabajo, sufriendo las condiciones impuestas por los propios capitalistas y respaldadas por el Estado. La organización de la sindical revolucionaria es doblemente importante, primero por la resistencia contra el capital y la lucha por mejorar las condiciones de trabajo y segundo, porque en su momento, tendrá que lanzarse a la conquista de los medios de producción y asegurar su funcionamiento en beneficio del pueblo.
No solo hay que centrarse en el mundo del trabajo si se quiere cambiar toda la sociedad y las relaciones entre las personas. Los valores éticos y morales con los que estará impregnada la nueva sociedad, como la igualdad, la libertad, la fraternidad, la solidaridad han de ser el camino hacia la misma. Extender las ideas entre el pueblo, participar en las luchas puntuales aportando la experiencia organizativa y animar a la propia organización de los interesados, son algunos ámbitos donde centrar la actividad anarquista pero no los únicos.
Debemos prepararnos y preparar al pueblo para vivir en la armonía de la Revolución Social si queremos que la insurrección revolucionaria sea un éxito. De lo contrario, más de lo mismo.
Grupo Tierra.
http://www.nodo50.org/tierraylibertad/235.html#articulo1