Ya sean nuestras manis por fuera de las prisiones o de los centros de deportación —donde lxs presxs se enfrentan a la deportación por tener papeles falsos o no tener papeles—, queremos unirnos y romper la soledad y el aislamiento.
Este sistema carcelario no es reformable, porque está mal desde las raíces, aquí y en todas partes. Ni forma a mejores personas ni ayuda a resolver los conflictos sociales. La coexistencia reinante, basada en el pensamiento competitivo y la injusticia, encierra a personas o las deporta; por un lado, se deshace de todo lo considerado problemático, por el otro, intimida y ejemplariza a partir de todo aquel que busca desesperadamente la libertad.
Ya esté la gente presa porque, quizá, hayan robado o destrozado una propiedad o, incluso, por haber evadido impuestos, o están sentadxs en prisión porque se marcharon de su país de origen por la falta de posibilidades o por miedo a ser preseguidxs —todo se basa pura y llanamente en un hecho: la existencia de normas imperantes que determinan lo que está bien y lo que está mal, lo que se debe proteger y lo que se debe castigar. Leyes y reglas que deciden solo unos pocos y ante las que a otrxs les toca subyugarse. Tenemos que romper con esta lógica del castigo y, consiguiente, confinamiento. Por eso, para nosotrxs, la abolición de toda institución coercitiva solo es posible dentro de un procesó que derroque el presente existente en su totalidad, para posibilitar un mundo sin explotación ni opresión.
Estéis donde estéis, quedad entre vosotrxs en Nochevieja por fuera de las prisiones, haced ruido y echaos a la calle para expresar la idea de un mundo libre de dominación y coerción. Queremos usar nuestra solidaridad y apoyo mutuo para echar abajo todos esos muros ladrillo a ladrillo.